Adiós Tioman

Y mientras los recuerdos, pensamientos y emociones cruzan mi cerebro no creáis que el mundo ha dejado de girar.

Todo a mi alrededor sigue su curso.​​​​

Y es entonces cuando levanto la cabeza desde la hamaca y veo a Julia. Os dije que os iba a hablar de ella ¿Verdad? 

Aquí está, a mi lado. Pero yo al suyo también.

Somos dos amigas construyendo, pensando, compartiendo ideas, carcajadas, manteniendo conversaciones con cualquiera que conocemos, cogiendo la mochila y saliendo de excursión, buscando la forma de hacernos felices la una a la otra con pequeños detalles, escuchando, hablando, sonriendo, riendo, llorando, jugando a las cartas, aprendiendo idiomas, dejando volar nuestra creatividad o curiosidad en forma de murales o canciones en la guitarra.

¿Quién es Julia? ¿Por qué hablo tanto de ella en mi viaje?

Julia es ahora mismo la mitad de mí, un trozo de mi energía positiva en un cuerpo que no es el mío, es el dibujo animado que no puede contener la risa al mirarme, es el abrazo de buenos días, es la voz de madre «no te rasques con las uñas las picaduras que te vas a dejar marca», es la esperanza y la confianza de que juntas, podemos con todo. Es la sinceridad hecha persona y el apoyo con piernas y sonrisa que más ilusión me hace tener a mi lado. Es la vecina que siempre quise tener (toda una vida condenadas a vivir lejísimos).

Es... Es Julia. Y Julia no es sólo Julia. Varias veces al día nos damos cuenta de que tener a Julia aquí es teneros a los tres aquí, Alicia, Jaime y Juan (sus padres y hermano) con nosotras (sí, da pocas noticias, pero os piensa muchísimo). ¿Imaginaste alguna vez estar viviendo esto juntas? ¡Jamás!

Pero aquí estamos. Disfrutando de la vida, de los 30-31, de cómo somos. Disfrutar, eso es lo que hacemos juntas, aprender a disfrutar de la vida incluso en los momentos que duelen. ¿Cuándo se acabará este viaje? Espero que nunca. No quiero ni imaginar ese momento.

De momento, sigamos disfrutando, hermana... sea donde sea.

De momento, despidámonos de Tioman, de sus playas, de su agua color azul.paraíso, de sus corales, de Nemo, de las tortugas y tiburones, de las horas de «topless-kayak» y «yoga-paddle», de las risas con Fabi, de las galletas de queso y los helados de chocolate en la tienda de enfrente, de las tardes de Puri y Loli nadando (moño en alto) como dos marujas comentando el día, del equipo francés de Princess UNO, de comer arroz día tras día (por favor, destino, despídeme un poco de eso...sé que Julia es feliz, sólo te pido pequeñas alternativas), de Faustino el gallo malayo, de la hamaca «caterpilar», de Raky, de los mosquitos (de los que me llevo unos cien recuerdos por todo el cuerpo), de Qué-chef y sus sonrisas... despídamonos de Tioman, pero llevémonos todo lo que hemos crecido, aprendido y vivido en la mochila.