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La gran aventura

Vivir es la aventura más grande que existe

Tercera etapa: Bandar Seri Begawan (Brunei) - Miri (Malasia)

¡Las etapas de Borneo Express continúan y ya vamos por la tercera!

Nuestra segunda etapa nos permitió llegar hasta un nuevo país, Brunei. Antes de partir de nuevo quisimos disfrutar un poco de la ciudad. Un día completo de turismo en la capital de Brunei da para visitar algún museo, la mezquita, los parques y Kampong Ayer (un pueblo flotante en el río de Brunei).

Kampong Ayer- Pueblo flotante de la capital de Brunei

¡Se me había olvidado! Los dineros en estos países son preciosos. Estos son los billetes de Brunei:

Dólar de Brunei (BND)

Pero la noche en un país en el que no se vende alcohol, no se permite fumar y donde a las 23 no queda nada abierto da poco de sí. A pesar de ello, mi nueva compañera de deporte (Milena) y yo hemos podido disfrutar de una sesión de ejercicio inigualable: en el césped de un parque céntrico, bajo las estrellas, junto al río Brunei y con la mezquita detrás de nosotras. Una sesión de deporte así recarga las pilas a cualquiera!

Después de un par de noches con un vecino de habitación tremendamente musical, de esos que da igual con qué ojo mires que siempre te parece que ronca demasiado, los integrantes de esta divertida competición estaban dispuestos a continuar con la aventura. 

Para empezar el día, desayuno indio con arroz, garbanzos, dahl y roti. Para acompañar el desayuno siempre con nosotros las cartas para elegir los equipos. Esta vez la suerte nos sonreía, Puri y Loli por fin viajaban juntas de nuevo.

Cada vez que empezamos una etapa lo hacemos con la foto de equipo al completo, después de unos abrazos grupales.

Los equipos Franco-Hispanos antes de partir desde Brunei hasta Miri

Y después, nos separamos sin mirar atrás. Cada equipo suele seguir una estrategia diferente para buscar un coche. Nosotras para salir de Brunei decidimos recorrer un kilómetro a pie por la ciudad con todo a cuestas para buscar una intersección a las afueras de la ciudad que nos permitiera buscar coches que estuvieran de camino a nuestro destino: MIRI.

La etapa era sencilla, unas tres horas en coche,160 km. La etapa consistía en atravesar Brunei para llegar a la primera ciudad más cercana del estado de Sarawak de Malasia, Miri.

Puri y Loli esperaron una media hora en la que parecía una muy buena intersección, pero sin mucha suerte. Era domingo, había la mitad de coches que normalmente. Las mujeres apenas nos miraban a los ojos y los hombres sólo nos saludaban. Nadie entendía nada. Así que decidimos cambiarnos de acera y probar suerte de nuevo. Y de repente, no sabemos muy bien por qué, se paraban un montón de coches a interesarse. Es bastante graciosos ver la cara de los conductores cuando les cuentas que estamos compitiendo en un juego para recorrer el norte de la isla sin gastar dinero. Si ya les cuesta entender a veces que estemos viajando y no de vacaciones, cuando les cuentas esto y les miras a los ojos puedes ver entre sonrisas tímidas y una bomba atómica en su cabeza que destruye toda idea preconcebida sobre los turistas.

Pero la suerte nos sonreía y un amable conductor decidió llevarnos hasta las afueras de la capital de Brunei. El conductor era un soldado del sultán.

El soldado del Sultán

Durante el trayecto nos iba contando que no tiene el pasaporte físicamente, como ningún soldado, y que por eso no puede salir del país. Nos decía con una tímida sonrisa que si tuviera el pasaporte nos llevaría hasta nuestro destino, pero que sin él no podía cruzar la frontera. Su inglés no era muy fluido y comunicarnos con él era bastante complicado. Pero aún así, Puri y Loli insaciables reporteras, lo intentaban. Además tenían que cumplir el reto del día: averiguar el sueño del conductor. Así que entre conversación y conversación conseguimos averiguarlo. Nuestro soldado quería ser pescador. Él vivía en el pueblo flotante de la capital de Brunei (Kampong Ayer) y pescaba en el río de vez en cuando. Pero quería ser pescador en el mar a tiempo completo.

Íbamos recorriendo kilómetros y kilómetros. Y cuando nos quisimos dar cuenta vimos que aquel entrañable soldado del sultán de Brunei había decidido pasar su domingo de vacaciones con dos turistas en su coche, llevandolas hasta casi su destino. Pensaréis que es una tontería, pero es que ese hombre no iba más que a hacer un recado en la capital y de repente decidido ayudar a dos amigas españolas a cruzar el país gratis. Así que allí estábamos, en un pequeño coche atravesando la selva de Brunei con un soldado del sultán que apenas hablaba inglés. Nuestro amigo nos llevo hasta Kaula Belait, el último pueblo de Brunei antes de cruzar la frontera. Allí nos dejo en una rotonda en la que creímos que podíamos encontrar otro coche. ¿Pero que creéis que hizo el sultán? Esperarnos. Esperarnos bajo el sol abrasador y en una autopista hasta que consiguieran otro coche. Así es la gente en el mundo. ¿No se os dibuja una sonrisa enorme en la cara?

Y si, conseguimos otro coche. Esta vez el de una familia Filipina-Malaya que iba a pasar el día a Miri.

Después de algún videojuego, de explicar nuestra competición y adentrarnos en Malasia de nuevo cruzando la frontera, una media hora más tarde estábamos en nuestro destino costero: Miri.

¿Habíamos sido el primer equipo en llegar?

Desgraciadamente, no. ¡El equipo francés había llegado diez minutos antes! ¡Pero Puri y Loli estaban muy contentas!

Miri es una ciudad costera y suele ser el refugio «fiestero» y el supermercado de la población de Brunei. Los precios malayos son más baratos que en Brunei, por lo que es habitual que la población haga la compra al otro lado de la frontera. Además, como en Brunei no se vende alcohol, aquellos que quieren beber suelen venir a esta ciudad a disfrutar de los bares. Y nosotros no íbamos a ser menos.

Hemos pasado un día y una tarde en Miri, donde hemos podido disfrutar de un atardecer increible en la playa. Si, en la playa. Y nos hemos bañado. Pero lo alucinante no es sólo eso, ¡es que había olas! Así que ahí estamos, cuatro niños pequeños cogiendo olas y peleándonos en el agua. A la vuelta de la playa una parada para bailar en medio de la acera una coreografía que nos querían enseñar nuestros contrincantes galos. Fue una tarde muy muy divertida.

Pero las playas dan mucho de sí. También pudimos compartir un atardecer con cervecita, patatuelas, música y buena conversación.

Las playas de Miri

 

Atardecer en Miri
Los atardeceres en Miri en buena compañia

Por la noche nos dio tiempo a hacer algo de deporte a Milena y a a mi, está vez bajo las estrellas  del cielo malayo, a jugar al billar y a echar unas infinitas partidas de cartas entre cerveza y cerveza. El segundo día en Miri lo aprovechamos para dormir bien, comer rico, hacer una guerra de almohadas y ver un par de películas que teníamos pendientes.

Dura competición de almohadas en pleno mundial. España en la repesca se enfrentaba a Francia.

¿Hace cuánto tiempo que no liberas energia con una guerra de almohadas? Yo, años. Recomendable, apuntaroslo en la lista de cosas pendientes para este fin de semana.

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