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La gran aventura

Vivir es la aventura más grande que existe

Hasta pronto, India!!!!!

Llega la hora de despedirse de esta breve visita a la India. Y para cerrar esta primera temporada de la aventura, la India nos ha sorprendido con dos planes literalmente perfectos antes de que  sebajase el telón.

Montaña, deporte y oxigeno

Para aprovechar los últimos días en este maravilloso rincón del norte de India hemos decidido dedicar un día entero a la naturaleza, disfrutando de un día de trecking subiendo hasta Triund (2.800 m). Para ello pedimos permiso a la dueña de la escuela, porque nuestra intención era subir entre semana, que es cuando no hay apenas bullicio. No sólo no nos puso ninguna pega, si no que dejó que vinieran con nosotras sus dos hijas, Coralie y Lucie, y hasta su perro (Canela).

Salimos de casa sobre las 8 am y hemos llegado de vuelta sobre las 20:30. Una paliza física maravillosa que nos ha permitido recargar las pilas con mucho oxígeno, fotosíntesis y compartir muchas horas de charla con Coralie y Lucie. Puede parecer una tontería, pero nos tiene fascinadas la forma de ver el mundo que tienen estas niñas.

Triund es una «zona» ubicada en la cima de una de las montañas más altas que rodean este valle en el que se ubican, de forma dispersa, Dharamkot, Bhagsu y Mcleod. El camino hasta allí transcurre estrecho y empedrado entre el bosque, bordeando zigzagueante las montañas. Es bastante empinado. Cuentan que hace meses no había ada hasta que llegabas a a cima. n la actualidad, te acompañan durante el trayecto pequeños puestos de agua y fruta. Hay quien opina que en cuestión de meses, teniendo en cuenta el ritmo al que crecen estos asentamientos y el turismo, el trayecto estará repleto de puestos de souvenirs y recuerdos.

Tras 4 horas de caminata entre risas, canciones y carreras de Canela, llegamos a la cima. Mientras concentras tus energías en realizar el último esfuerzo para trepar por la última piedra, aparece ante ti una cadena montañosa majestuosa y nevada. Miras a tu al rededor y tomas conciencia de lo pequeño e insignificante que es el ser humano en comparación con la inmensa naturaleza. Detrás de ti puedes apreciar las casas de Dharamkot, Mcleod e incluso el estadio de cricket de Dharamshala. Aunque el deporte nacional en India es el hockey sobre césped, el deporte más popular es el criquet. Las pocas televisiones que se pueden encontrar en algún café de esta zona siempre tienen un partido de criquet, son verdaderos forofos.

A nuestro al rededor refugios de pastores, rebaños de cabras y tiendas de campaña de algunos turistas.

Comparto con vosotros alguna foto que tomee durante em camino y en la cima, aunque os adelanto que no hace justicia a las vistas que pudimos disfrutar.

Triund

Al bajar hasta Djaramkot tuvimos la oportunidad de conocer la casa de Lucir y Coralie. ¿Cómo explicaros? Viven en aproximadamente 25 m2, en medio de la montaña. Una casa abuhardillada, de dos plantas, un pequeño baño y cocina abajo y dos pequeños dormitorios en la planta de arriba. Sin tabiques ni separaciones interiores. No están conectados a la red de agua, recogen agua de lluvia. Una casa increible la verdad.

La última experiencia

Hemos dejado para el final una experiencia increíble, hemos podido asistir a una boda hindú. ¿Cómo es posible? La gente aquí es muy cercana. Pasar varios días por la misma tienda, sonreír y tener ganas de hablar con la gente y aprender ha provocado que nos invitasen a la boda del primo de uno de los «amigos» que Julia ya había hecho antes de que yo llegara.

Las bodas hindúes duran 3 días y en cada uno de ellos tiene lugar una parte de la ceremonia y fiesta. Nosotras hemos tenido la oportunidad de ir al 2° día de una boda de un matrimonio concertado, que transcurre en casa de los padres de la novia.

Era domingo por la tarde y tras hacer la colada, conocer a un chico catalán que ha pasado 1 mes sumergido en meditación, ayurveda y yoga y charlar con la pareja argentina con la que coincidimos cada vez que vamos a Bhagsu... Nos debatiamos entre animarnos a ir a la boda o abortar la misión. Pero ninguna de las dos podía contener la curiosidad por ver y vivir cómo sería una boda hindú. Así que nos pusimos nuestras mejores galas (unas mallas, botas de montaña y forro polar) y emprendidos el camino a pie hasta Naddi (7 km), un pequeño pueblo al otro lado de la montaña. Llegamos a Naddi sobre las 20 h y nuestro amigo fue a buscarnos a la entrada del pueblo con su primo. Comenzamos a caminar a través de lo alto del pueblo, la curiosidad y la emoción iba aumentando el ritmo de nuestro corazón por momentos. Todo estaba apagado, era de noche. La luna llena alumbraba nuestros pasos y a nuestra derecha nos acompañaban las majestuosas montañas nevadas que vimos en nuestra excursión a Triund. Ha sido imposible sacar una foto para inmortalizar ese momento y compartirlo con vosotros. Sinceramente creo que es porque inmaterializable.

Seguimos avanzando por los caminos del pueblo atravesando patios de casas compartidas, muy coloridas. No se escuchaba música ni ruido, por lo que nuestro nivel de emoción empezó a descender poco a poco. De repente, en medio de ese silencio acogedor y tras los pasos de un turbante naranja, doblamos una casa y aparece ante nuestros ojos un crisol de colores, sonrisas, gente disfrutando y felicidad. ¡Medio pueblo reunido en un patio interior de varias casas!

Entre la multitud, el novio, vestido de llamativos colores y con un sombrero. Escondida en casa rodeada de mujeres, la novia. En cada rincón del patio compartido, los vecinos y la familia. Pudimos presenciar parte de la ceremonia, pero resultaba imposible entender cada uno de los movimientos y detalles que estábamos presenciando. De repente, cuando pensábamos que ese ambiente no podía mejorar, nuestros oídos comenzaron a bailar al ritmo de una banda local. A su lado, un gran grupo de mujeres bailando y algún que otro hombre. Minutos más tarde, allí estábamos las dos, en medio de la pista de baile disfrutando de unas horas de música, bailando, tarareando y saltando con todos ellos.

Para terminar la velada, disfrutamos de una rica cena, servida en plato inmejorable, que devoramos con las manos y relamiéndonos. Si, papá, mamá, Jaime, Alicia, tantos años de cole para disfrutar juntas de ese momento.

¡Ha sido una despedida por todo lo alto!

Adiós, India. Nos vamos hoy dejando atrás muchas experiencias y cargadas de sonrisas para el siguiente destino. ¿Cuál será? ¿Qué aventuras nos deparará? Espero dar noticias pronto. Mientras tanto, vais a tener que echarme un poco de menos.

Hasta pronto, India

Hasta pronto, India

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